El origen de todos los males. Madres y padres autoritarios

Bibiana Camacho

  • ISBN: 978-607-8564-34-7
  • Precio aproximado: $250.00
  • Presentación: Impreso, ebook y audiolibro
  • Número de páginas: 152
  • Libro electrónico: Disponible

El lazo entre padres e hijos es indisoluble. La relación ideal es de amor, comprensión y tolerancia. Y aunque algunas relaciones se tejen en armonía y sin graves contratiempos, muchas otras son conflictivas y dolorosas, a veces por la incapacidad para comunicarse, por la negación a aceptar errores, por los demonios de unos y otros, por la brecha generacional, por el abismo que se ahonda en cuanto más pasa el tiempo. Muchas veces el autoritarismo de los padres se debe a que ven a sus hijos como extensiones de sí mismos y por lo tanto actúan de acuerdo a sus convicciones.

¿Cómo son las figuras paterna y materna de cada uno de nosotros? Quizá no queremos ni saberlo, quizá preferimos esconderlo en los pantanos de la memoria. En varias partes del mundo, incluido México, la figura de los padres y la imagen de la familia suelen ser sagradas. Hablar de ellas puede provocar rupturas y distanciamientos inevitables. Ha ocurrido y seguirá ocurriendo.

Fragmentos ilustrativos

«Y creyendo morir gritaba, cuando vio que de sí salían muchos otros niños, sosegados, hermosos; y sentía que conforme lo abandonaban se hinchaba su pecho, aumentaba el grosor de sus músculos y sobre su cabeza caía buena frescura. Ésos eran sus hijos.» —Ricardo Garibay.

«Estar con mi padre siempre ha tenido el efecto de hacerme desear estar en cualquier otro lado, por desagradable que sea: hacer una fila eterna en el banco, limpiar un baño sucio, caminar por horas bajo el sol. Cualquier cosa menos estar cerca de él. Si ya no soy pequeña y no puede pegarme, ¿por qué mi cuerpo se sigue sintiendo afectado por su presencia?» —Liliana Blum.

«Nadie lo quería cerca, aunque él creía que era él quien no quería a nadie cerca. Para arruinarle lo poco que tenía, por supuesto, estaban su mujer y el niño. Los quería, sí, pero una era medio idiota y el otro marica.» —Javier Elizondo.

«Luego de cuatro décadas de vida y quince años seguidos de terapia, reconocía por fin la inutilidad de cuestionar la lógica individual de otra persona, en particular si esa otra persona es tu madre.» —Karen Chacek.

«Aunque estoy consciente de que todos somos raros, hay unos pelados que de verdad se pasan. Le cuento todo esto para que se ande con cuidado y no se le ocurra entrar en confianza, porque de eso ahí no hay.» —Juan Rafael Coronel Rivera.

«Al principio iba de la mano de mi madre hasta la línea amarilla del último andén de Pantitlán. Me despedía con las recomendaciones de siempre: sé buena niña, Pina; si hablas con extraños, sé amable y complaciente. Y sobre todo nunca digas mentiras. Después aprendí a salir yo sola.» —Ana Clavel.

«Había viajado todo el día y sólo una puerta blanca me separaba de mi madre. Siempre se había quejado de nosotros como si hubiéramos sido un lastre. En algún momento me dijo que no éramos sus hijos, pero mi hermana no lo recodaba.» —César Silva Márquez.

«Habías renunciado muy joven al arquetipo de la maternidad, pero la asumiste sin grandes alardes, como un proceso más de tu metamorfosis existencial.» —Magela Baudoin.

«Los hijos definen. Hasta que están aquí, los padres empiezan a saber qué clase de personas son, lo estúpidos que pueden llegar a ser, lo perdidos que están. Sólo cayendo en el pozo se conoce su profundidad.» —Luis Jorge Boone.

«Listen to me, bastard, comenzó Dan, ese guión es creación mía. Yo lo concebí. Y si lo encuentras no descansaré hasta aplastarte. No me importa si eres Tarantino o Scorsese. Me pertenece. Te veo en la corte, malnacido. Y colgó.» —Carlos Velázquez.