Proteger a México. Un enfoque integral para que el gobierno no nos falle

Julio Frenk

Estoy preocupado por México. Por lo pronto vivo fuera del país, pero regreso con frecuencia y cada vez que hablo con mi familia, con mis amigos, con mis colegas, noto un sentimiento creciente de inquietud, desasosiego y pesimismo hacia el futuro. Y me preocupa lo que subyace a esta atmósfera social enrarecida y cargada de incertidumbre: la corrupción, la violencia, la impunidad, la falta de confianza en las instituciones, la erosión del tejido social. En suma: la falla del Estado mexicano en proteger a sus ciudadanos.

En el gran esfuerzo por crear un país más cohesionado se nos quedaron tres pendientes fundamentales, tres “cesˮ: el crimen, la corrupción y el corporativismo. Son los puntos en los que la democracia no produjo los resultados que esperábamos.

Proteger a México hace un llamado urgente a devolver al ciudadano las instituciones que le han sido expropiadas por las burocracias administrativas y sindicales, como paso indispensable para tener lo que todo mexicano de bien anhela: un gobierno que ya, por fin, no nos falle.

Fragmentos ilustrativos

«Si las personas no se sienten protegidas y, más aun, si no lo están efectivamente, entonces las otras funciones del Estado se vuelven, primero, vacuas y, después, inoperantes.»

«En el otro extremo está el pensamiento de la derecha autoritaria, donde se hipertrofia la protección extendiéndola a enemigos imaginarios: los extranjeros, los migrantes, determinados grupos étnicos o religiosos. Lo que pregona esta tendencia es que el gobierno tiene que proteger a los ciudadanos porque hay múltiples amenazas, pero es una protección basada en el miedo. A través de un discurso racista y xenófobo se configuran chivos expiatorios y se invoca la necesidad de proteger de ellos a la ciudadanía.»

«Un hogar en el que la familia que lo habita no pueda sentirse segura en todos los aspectos de su vida es el emblema de un Estado que ha fallado.»

«Lo que tenemos que hacer es ciudadanizar el Estado. Es decir, lograr que la organización política de los ciudadanos les pertenezca a ellos, bajo las reglas de la democracia.»

«Me preocupa que, lejos de avanzar en el desmantelamiento del corporativismo, el gobierno surgido de las elecciones de 2018 esté moviéndose en sentido opuesto, restaurando muchos de los rasgos de un régimen de partido hegemónico con organizaciones que median el ejercicio de los derechos sociales.»

«Si realmente aspiramos a consolidar nuestra democracia, es imperativo que el gobierno y sus órganos subordinados no les expropien a los ciudadanos las instituciones de educación y salud —los dos pilares de la igualdad de oportunidades.»

«Si una persona carece de un empleo asalariado, no puede usar las clínicas públicas —insisto nueva- mente, públicas— del IMSS o el ISSSTE. Ésa es una dramática ilustración del corporativismo, que limita los derechos de los ciudadanos que no pertenecen a tal o cual categoría ocupacional.»

«Me atreví a caracterizar al sistema mexicano de salud como un apartheid médico. Obviamente el criterio de exclusión no era racial, como en el caso de Sudáfrica, sino ocupacional: la mera condición de ciudadano no le bastaba a la gente para ir a cualquier unidad pública de salud, sino que había que demostrar algo más.»

«El camino es claro: construir sobre los aciertos del Seguro Popular y superar sus indiscutibles limitaciones es una mejor opción que su destrucción irreflexiva.»

«Más allá de la protección en salud, ¿podemos extender el techo a otros ámbitos de la protección? Me refiero a una protección integral que implique el combate frontal a la corrupción y la impunidad, así como la protección física de las personas y la protección del futuro de las generaciones jóvenes a través de una educación de calidad, y que alcance ámbitos como la protección del medio ambiente, desde el local hasta el planetario.»

«La idea de que hay categorías homogéneas a priori, que definen la identidad de las personas, ha justificado ideológicamente los peores genocidios en la historia de la humanidad y los peores totalitarismos. Menos dramáticamente, ha justificado la construcción de sistemas sociales excluyentes, de los cuales el corporativismo es el ejemplo más acabado. En su esencia, el corporativismo es también una forma de categorizar a las personas y limitar sus derechos.»