El Principito, o sea oficio de políticos

Fernando Escalante Gonzalbo

Este librillo comenzó su andadura hace ya bastante más de una década. Casi hasta dos. Tuvo sus lectores y tuvo también, como corresponde, variada colección de contradictores, unos más amables que otros. Poco se dijo en contra de las máximas y consejos concretos, como si fuesen cosa de poca importancia el tener o no tener enemigos, optar por la popularidad o por la astucia, tener muchas o pocas leyes, más suaves o más exigentes. O como si se tuviese por demostrada la verdad de lo que yo decía, que también podría ser. Fuese por un motivo o por otro, se censuró sobre todo el propósito general y como quien dice el ánimo con que estaba compuesto el libro. Y de varias formas se dijo que era poco decoroso: como para no dejarlo al alcance de los niños o de la servidumbre.

Hace tiempo ya que no se encuentra en librerías, y no es del todo contra mi voluntad. Tuvo en su momento fama breve, modesta, confusa y un tanto escandalosa, lo que me dio motivo para pensar que acaso estaría mejor en el olvido. Si me he decidido a ponerlo de nuevo en circulación, después de mucho dudar, es sólo por pensar que en tiempos aciagos, como los que nos tocan, incluso la luz más mezquina y pobretona, luz de vela sin despabilar, puede servir de algo.